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fabada asturiana

Receta Tradicional de Fabada Asturiana: Descubre Cómo Prepararla en Casa

¿Eres aficionado a la cocina tradicional española? No busques más, porque en este artículo te presentaremos uno de los platos más famosos de Asturias, la sabrosa fabada. Elaborado con alubias blancas, carnes y especias, este contundente guiso es imprescindible para cualquier amante de la cocina. Te proporcionaremos una guía paso a paso sobre cómo preparar este plato en casa, así que prepárate para impresionar a tus papilas gustativas con los deliciosos sabores de la fabada asturiana. En Las Tablas del Campillín te preparamos una deliciosa Fabada Asturiana todos los días y en Vinoteo en la Ruta de los Vinos de Oviedo también encontrarás una deliciosa fabada asturiana.

Los ingredientes clave

Cuando se trata de la receta tradicional de la fabada asturiana, los ingredientes principales son cruciales para su auténtico y rico sabor. El componente estrella de este sustancioso guiso español son las alubias blancas cuidadosamente seleccionadas, conocidas como «fabes», que son una variedad de alubias blancas grandes de textura cremosa. Normalmente se ponen en remojo toda la noche para rehidratarlas, ya que el lento proceso de cocción del día siguiente les permitirá absorber los sabores de los demás ingredientes. Además de las alubias blancas, los elementos esenciales de la fabada incluyen el sabroso chorizo, el sabroso tocino y la característica morcilla, conocida como «compango» en la tradición culinaria asturiana.

La combinación de estas carnes y legumbres de alta calidad crea un plato robusto y reconfortante que forma parte entrañable de la gastronomía de la región asturiana de España. La fabada es conocida por sus cualidades profundamente saciantes y nutritivas, lo que la convierte en una de las favoritas para reuniones y ocasiones especiales.

Preparación la noche anterior

Para comenzar la preparación de la fabada asturiana, es esencial iniciar el proceso la noche anterior a la que tengas previsto cocinar el plato. Este paso inicial consiste en colocar las alubias blancas secas en un cuenco grande y cubrirlas con abundante agua fría. Las alubias deben dejarse en remojo al menos 8 horas, o idealmente toda la noche, para que se rehidraten por completo. Este largo periodo de remojo es fundamental en el método tradicional, ya que se cree que contribuye a la textura ideal de las alubias y ayuda a reducir el tiempo total de cocción al día siguiente.

Al permitir que las alubias absorban agua gradualmente, se hincharán y ablandarán, preparando el terreno para un resultado suntuoso y cremoso cuando finalmente se prepare la fabada. Esta técnica consagrada por el tiempo es un testimonio del enfoque cuidadoso y deliberado característico de las prácticas culinarias tradicionales españolas.

Cocinar con el Compango

El día de la preparación de la fabada, las alubias blancas rehidratadas ya están listas para ser transformadas en un delicioso guiso. Se escurren cuidadosamente las alubias remojadas y se pasan a una olla grande de fondo grueso. En esta olla, las alubias se combinan con el «compango», que se refiere a la mezcla de carnes curadas esenciales para el plato. Suele incluir los ricos y ahumados sabores del chorizo español, el sabroso perfil del tocino o la panceta, y el sabor único y robusto de la morcilla. A continuación, se cubren generosamente con agua las carnes entreveradas y las judías gordas e hidratadas, preparando el escenario para el largo y lento proceso de cocción que permitirá que los sabores se fundan y se desarrollen.

Cuando la olla empieza a hervir a fuego lento, un aroma fragante y tentador llena la cocina, ofreciendo un anticipo de la excepcional comida que está por llegar. La riqueza inherente de las carnes y la calidad sana y terrosa de las alubias prometen un plato que no sólo es profundamente sabroso, sino también emblemático de la tradición consagrada de la cocina española rústica de cocción lenta.

Desalando las carnes

Antes de combinar las carnes con las alubias, es importante asegurarse de que las carnes saladas y curadas se desalan para conseguir el equilibrio perfecto de sabores en la fabada. El chorizo, el tocino y la morcilla se hierven primero suavemente en una olla aparte, lo que sirve para extraer el exceso de sal y reducir la intensidad de los sabores curados. Este meticuloso proceso de desalar las carnes es un paso preparatorio clave que ejemplifica la dedicación a conseguir un sabor armonioso y redondo en este emblemático plato español.

Mientras las carnes se cuecen a fuego lento, los aromas del pimentón ahumado, los ricos y sabrosos aceites y las notas terrosas y picantes de la morcilla llenan el aire. Esta preparación inicial de las carnes marca el comienzo de la sinfonía de sabores cuidadosamente orquestada que es el sello distintivo de la fabada asturiana.

Calor suave y espumado

Una vez que las alubias y el compango se han reunido en la olla, la fabada se somete a un periodo de calor suave y atención meticulosa. El guiso se deja cocer a fuego lento durante varias horas, durante las cuales es esencial espumar periódicamente cualquier espuma o impureza que suba a la superficie. Este proceso cuidadoso y deliberado es una labor de amor, ya que la cocción gradual y la eliminación de cualquier residuo contribuyen a la claridad y pureza del guiso final.

El suave burbujeo de la fabada y los ricos y sabrosos aromas que salen de la olla crean una atmósfera de expectación, basada en el conocimiento de que los codiciados sabores y texturas de este plato icónico se desarrollan lenta pero inexorablemente con el paso del tiempo. Este método consagrado de cocción suave y lenta es una característica definitoria de la fabada, que representa una tradición culinaria que da prioridad a la paciencia y la precisión en la búsqueda de un sabor excepcional.

Añadir sal al final

Cuando la fabada se acerca a la culminación del proceso de cocción, un punto crucial de atención es el condimento del guiso. Es en este momento cuando se añade una cantidad cuidadosa y considerada de sal a la olla hirviendo a fuego lento, asegurando que las alubias alcancen el nivel perfecto de sazón sin correr el riesgo de ponerse duras. Al incorporar hábil y cuidadosamente la sal en esta fase tardía, se concede a la fabada la oportunidad de lograr un equilibrio armonioso y delicado de sabores, testimonio de la pericia y los matices del enfoque culinario tradicional español.

La adición de sal al final del proceso de cocción representa un toque final y decisivo, un último momento de ajuste que refleja una profunda comprensión de la interacción de los sabores y un firme compromiso de lograr una experiencia gastronómica sin igual.

Tres horas de cocción a fuego lento

Con las judías y el compango en la olla, la fabada se embarca en un viaje pausado y sin prisas de cocción a fuego lento y fusión de sabores. A lo largo de unas tres horas, el guiso se cuece con cariño, y el fragante vapor promete una comida tan robusta y sabrosa como reconfortante y reconfortante. Este prolongado periodo de suave burbujeo permite que los almidones naturales de las alubias espesen gradualmente el caldo, dando como resultado una textura deliciosa y aterciopelada que es el sello distintivo de una fabada asturiana bien preparada.

Durante las tranquilas horas de cocción a fuego lento, la cocina se impregna de los aromas sabrosos y reconfortantes de las carnes y legumbres, un perfume inconfundible y seductor que sirve de preludio a la excepcional experiencia gastronómica que se avecina. El enfoque meticuloso y sin prisas de la preparación de estos sabores es un testimonio intemporal de la reverencia y la admiración por el patrimonio culinario que está profundamente arraigado en el tejido cultural de España.

Fabes auténticas de La Granja

Un elemento central de la calidad superlativa de la fabada es la obtención del ingrediente estrella, las tiernas y cremosas judías blancas conocidas como «fabes». Estas exigentes judías, apreciadas por su gran tamaño y delicada piel, se cultivan tradicionalmente en la región de La Granja, en España. El microclima único y el terreno fértil de La Granja confieren a estas judías una textura cremosa distintiva y una capacidad excepcional para absorber los sabores del rico y sabroso caldo en el que se cocinan.

El compromiso de utilizar auténticas fabes de La Granja es un sello distintivo de una fabada verdaderamente excepcional, ya que garantiza que el plato encarna la expresión más fiel de la tradición consagrada y el rico patrimonio culinario de la región de Asturias. La procedencia de estas ilustres alubias es un motivo de orgullo y una garantía de la inigualable calidad y autenticidad de la fabada que protagonizan.

Una querida maravilla de una sola olla

A medida que la fabada asturiana se acerca al final de su larga e intrincada preparación, es evidente que este venerable guiso español no es simplemente un plato, sino una labor de amor y un testimonio del perdurable legado del arte culinario tradicional español. Con sus raíces profundamente arraigadas en el rico tapiz de la gastronomía asturiana, la fabada representa la cumbre de la querida tradición de los «platos de cuchara» españoles. Cada humeante cuenco de fabada ofrece una suntuosa y reconfortante mezcla de sabores y texturas, que invita a todos los que la degustan a deleitarse en el ritual consagrado de la comida en común y a saborear la incomparable comodidad de un plato que ha sido apreciado durante generaciones.

Ya se disfrute como parte de una reunión festiva o como una entrañable comida familiar, la fabada asturiana sirve como conmovedor recordatorio del perdurable poder de las tradiciones culinarias para unir, nutrir y deleitar. Desde la cuidadosa selección de los mejores ingredientes hasta las técnicas atemporales y sin prisas que se han transmitido de generación en generación, la fabada es un testimonio de la profunda y duradera relación entre el pueblo español y el rico e histórico patrimonio culinario que forma parte indeleble de su identidad colectiva.

Los ingredientes clave

Cuando se trata de la receta tradicional de la fabada asturiana, los ingredientes principales son cruciales para su auténtico y rico sabor. El componente estrella de este sustancioso guiso español son las alubias blancas cuidadosamente seleccionadas, conocidas como «fabes», que son una variedad de alubias blancas grandes de textura cremosa. Normalmente se ponen en remojo toda la noche para rehidratarlas, ya que el lento proceso de cocción del día siguiente les permitirá absorber los sabores de los demás ingredientes. Además de las alubias blancas, los elementos esenciales de la fabada incluyen el sabroso chorizo, el sabroso tocino y la característica morcilla, conocida como «compango» en la tradición culinaria asturiana.

La combinación de estas carnes y legumbres de alta calidad crea un plato robusto y reconfortante que forma parte entrañable de la gastronomía de la región asturiana de España. La fabada es conocida por sus cualidades profundamente saciantes y nutritivas, lo que la convierte en una de las favoritas para reuniones y ocasiones especiales.

Preparación la noche anterior

Para comenzar la preparación de la fabada asturiana, es esencial iniciar el proceso la noche anterior a la que tengas previsto cocinar el plato. Este paso inicial consiste en colocar las alubias blancas secas en un cuenco grande y cubrirlas con abundante agua fría. Las alubias deben dejarse en remojo al menos 8 horas, o idealmente toda la noche, para que se rehidraten por completo. Este largo periodo de remojo es fundamental en el método tradicional, ya que se cree que contribuye a la textura ideal de las alubias y ayuda a reducir el tiempo total de cocción al día siguiente.

Al permitir que las alubias absorban agua gradualmente, se hincharán y ablandarán, preparando el terreno para un resultado suntuoso y cremoso cuando finalmente se prepare la fabada. Esta técnica consagrada por el tiempo es un testimonio del enfoque cuidadoso y deliberado característico de las prácticas culinarias tradicionales españolas.

Cocinar con el Compango

El día de la preparación de la fabada, las alubias blancas rehidratadas ya están listas para ser transformadas en un delicioso guiso. Se escurren cuidadosamente las alubias remojadas y se pasan a una olla grande de fondo grueso. En esta olla, las alubias se combinan con el «compango», que se refiere a la mezcla de carnes curadas esenciales para el plato. Suele incluir los ricos y ahumados sabores del chorizo español, el sabroso perfil del tocino o la panceta, y el sabor único y robusto de la morcilla. A continuación, se cubren generosamente con agua las carnes entreveradas y las judías gordas e hidratadas, preparando el escenario para el largo y lento proceso de cocción que permitirá que los sabores se fundan y desarrollen.

Cuando la olla empieza a hervir a fuego lento, un aroma fragante y tentador llena la cocina, ofreciendo un anticipo de la excepcional comida que está por llegar. La riqueza inherente de las carnes y la calidad sana y terrosa de las alubias prometen un plato que no sólo es profundamente sabroso, sino también emblemático de la tradición consagrada de la cocina española rústica de cocción lenta.

Desalando las carnes

Antes de combinar las carnes con las alubias, es importante asegurarse de que las carnes saladas y curadas se desalan para conseguir el equilibrio perfecto de sabores en la fabada. El chorizo, el tocino y la morcilla se hierven primero suavemente en una olla aparte, lo que sirve para extraer el exceso de sal y reducir la intensidad de los sabores curados. Este meticuloso proceso de desalar las carnes es un paso preparatorio clave que ejemplifica la dedicación a conseguir un sabor armonioso y redondo en este emblemático plato español.

Mientras las carnes se cuecen a fuego lento, los aromas del pimentón ahumado, los ricos y sabrosos aceites y las notas terrosas y picantes de la morcilla llenan el aire. Esta preparación inicial de las carnes marca el comienzo de la sinfonía de sabores cuidadosamente orquestada que es el sello distintivo de la fabada asturiana.

Calor suave y espumado

Una vez que las alubias y el compango se han reunido en la olla, la fabada se somete a un periodo de calor suave y atención meticulosa. El guiso se deja cocer a fuego lento durante varias horas, durante las cuales es esencial espumar periódicamente cualquier espuma o impureza que suba a la superficie. Este proceso cuidadoso y deliberado es una labor de amor, ya que la cocción gradual y la eliminación de cualquier residuo contribuyen a la claridad y pureza del guiso final.

El suave burbujeo de la fabada y los ricos y sabrosos aromas que salen de la olla crean una atmósfera de expectación, basada en el conocimiento de que los codiciados sabores y texturas de este plato icónico se desarrollan lenta pero inexorablemente con el paso del tiempo. Este método consagrado de cocción suave y lenta es una característica definitoria de la fabada, que representa una tradición culinaria que da prioridad a la paciencia y la precisión en la búsqueda de un sabor excepcional.

Añadir sal al final

Cuando la fabada se acerca a la culminación del proceso de cocción, un punto crucial de atención es el condimento del guiso. Es en este momento cuando se añade una cantidad cuidadosa y considerada de sal a la olla que hierve a fuego lento, asegurándose de que las alubias alcanzan el nivel perfecto de sazón sin correr el riesgo de ponerse duras. Al incorporar hábil y cuidadosamente la sal en esta fase tardía, se concede a la fabada la oportunidad de lograr un equilibrio armonioso y delicado de sabores, testimonio de la pericia y los matices del enfoque culinario tradicional español.

La adición de sal al final del proceso de cocción representa un toque final y decisivo, un último momento de ajuste que refleja una profunda comprensión de la interacción de los sabores y un firme compromiso de lograr una experiencia gastronómica sin igual.

Tres horas de cocción a fuego lento

Con las judías y el compango en la olla, la fabada se embarca en un viaje pausado y sin prisas de cocción a fuego lento y fusión de sabores. A lo largo de unas tres horas, el guiso se cuece con cariño, y el fragante vapor promete una comida tan robusta y sabrosa como reconfortante y reconfortante. Este prolongado periodo de suave burbujeo permite que los almidones naturales de las alubias espesen gradualmente el caldo, dando como resultado una textura deliciosa y aterciopelada que es el sello distintivo de una fabada asturiana bien preparada.

Durante las tranquilas horas de cocción a fuego lento, la cocina se impregna de los aromas sabrosos y reconfortantes de las carnes y las legumbres, un perfume inconfundible y seductor que sirve de preludio a la excepcional experiencia gastronómica que se avecina. El enfoque meticuloso y sin prisas de la preparación de estos sabores es un testimonio intemporal de la reverencia y la admiración por el patrimonio culinario que está profundamente arraigado en el tejido cultural de España.

Fabes auténticas de La Granja

Un elemento central de la calidad superlativa de la fabada es el abastecimiento del ingrediente estrella, las tiernas y cremosas judías blancas conocidas como «fabes». Estas exigentes judías, apreciadas por su gran tamaño y delicada piel, se cultivan tradicionalmente en la región de La Granja, en España. El microclima único y el terreno fértil de La Granja confieren a estas judías una textura cremosa distintiva y una capacidad excepcional para absorber los sabores del rico y sabroso caldo en el que se cocinan.

El compromiso de utilizar auténticas fabes de La Granja es un sello distintivo de una fabada verdaderamente excepcional, ya que garantiza que el plato encarna la expresión más fiel de la tradición consagrada y el rico patrimonio culinario de la región de Asturias. La procedencia de estas ilustres alubias es un motivo de orgullo y una garantía de la inigualable calidad y autenticidad de la fabada que protagonizan.

Una querida maravilla de una sola olla

A medida que la fabada asturiana se acerca al final de su larga e intrincada preparación, es evidente que este venerable guiso español no es simplemente un plato, sino una labor de amor y un testimonio del perdurable legado del arte culinario tradicional español. Con sus raíces profundamente arraigadas en el rico tapiz de la gastronomía asturiana, la fabada representa el culmen de la querida tradición española de los «platos de cuchara». Cada humeante cuenco de fabada ofrece una suntuosa y reconfortante mezcla de sabores y texturas, que invita a todos los que la degustan a deleitarse en el ritual consagrado de la comida en común y a saborear la incomparable comodidad de un plato que ha sido apreciado durante generaciones.

Ya se disfrute como parte de una reunión festiva o como una entrañable comida familiar, la fabada asturiana sirve como conmovedor recordatorio del perdurable poder de las tradiciones culinarias para unir, nutrir y deleitar. Desde la cuidadosa selección de los mejores ingredientes hasta las técnicas atemporales y sin prisas que se han transmitido de generación en generación, la fabada es un testimonio de la relación profunda y duradera entre el pueblo español y el rico e histórico patrimonio culinario que forma parte indeleble de su identidad colectiva.

Conclusión

En conclusión, el plato tradicional asturiano de fabada es un guiso abundante y delicioso muy popular en la cocina española. Elaborado con ingredientes sencillos como alubias blancas, chorizo y tocino, es un plato cuya preparación requiere tiempo y paciencia, pero merece la pena. Con esta receta, inspirada en el aclamado restaurante Casa Gerardo, ahora puedes recrear este plato clásico en casa e impresionar a tus amigos y familiares con el sabor de la auténtica cocina asturiana. Así que reúne tus ingredientes y prepárate para disfrutar de un cálido y reconfortante cuenco de fabada. Buen provecho!

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